Si alguien me dijera hoy qué imagen me evoca la Segunda República que nunca conocí, sería fácil responder aludiendo a la Puerta del Sol abarrotada como una verbena de lo ciudadano el 14 de abril de 1931, o a Clara Campoamor reivindicando el voto femenino en la tribuna de las Cortes, o a aquellas caravanas de las misiones pedagógicas abriéndose paso por los caminos rurales más inhóspitos, o a la ‘Muerte de un Miliciano’ inmortalizada por Robert Capa, o a la tumba de Machado en Colliure. Son muchas las estampas grabadas en la retina con la que el imaginario colectivo de nuestro tiempo ha levantado un puente de referentes con que salvar el abismo del olvido y el silencio impuestos durante tantos años.
Mi generación ha podido empezar a sentirse hija del orgullo de la recuperación de esa memoria más que de la losa, aunque ésta todavía nos pesa mucho y no es, desde luego, una tarea fácil ni resuelta. Pero no lo es, sobre todo, no sólo porque quede mucho por desempolvar y mucha memoria que recuperar, dignificar, reparar. Lo es, fundamentalmente, por el tremendo reto de analizar qué hay en nosotros y nosotras de aquellos valores luminosos que prendieron una transformación como nunca antes había conocido este país.
La casualidad histórica ha querido que en el 80º aniversario de la proclamación de la Segunda República emerja un movimiento juvenil contra la resignación y la condena a un futuro peor que el de nuestros padres y madres. Evidentemente, no hay comparación en la dimensión y magnitud de un acontecimiento y otro, pero no deja de ser curioso que ese incipiente ‘Basta’ gritado por decenas de miles de jóvenes y llamado a crecer como una bola de nieve, coincida con la efeméride del despertar de un pueblo entero por su modernización y democratización.
Aquellos valores republicanos de la libertad, la igualdad, la justicia social, la universalización de la cultura y la educación, la defensa de la paz, son el espejo de una generación que ha decidido apropiarse de la etiqueta “ni-ni” para darle la vuelta y devolvérsela a quienes se la impusieron: una generación a la que ni le gusta el mundo en que vive, ni piensa quedarse de brazos cruzados. Una generación, en primera y última instancia, republicana, en el sentido de haber dado el paso efectivo para ejercer su ciudadanía de manera plena, consciente y activa. Una generación que se reencuentra con la política como un necesario hecho consumado.
Por eso, si alguien me dijera hoy qué imagen me evoca la Segunda República que nunca conocí, sencillamente pienso en los y las jóvenes que no quieren jubilarse a los 67 años, que no quieren que sus hijos e hijas hereden un sistema educativo desmantelado, que no quieren arriesgarse a que el casino global haya reducido a cenizas su derecho a una pensión cuando les toque disfrutarla. Pienso en los y las jóvenes que al autoproclamarse sin futuro, están reconquistando el presente y situándose en la mejor tradición radical y progresista que ha conocido nuestro país.
Nada hay escrito. El movimiento juvenil que está emergiendo es aún pequeño, modesto, y quizás, en la forma en que hasta ahora se ha manifestado, perecedero. Pero forma parte de un acervo en plena ebullición, de una rebeldía imparable. Porque todo pasa, pero todo queda. Y porque a veces las casualidades envuelven justicia histórica. Vuelve a ser 14 de abril. Quizás estemos cerca de que lo sea definitivamente.
la corrala
"...Y no sé si es la ropa o es la vida / lo que pende de un hilo", Leopoldo de Luis
martes, 12 de abril de 2011
domingo, 19 de diciembre de 2010
martes, 14 de diciembre de 2010
Antonio Machado o la palabra en el tiempo
Ni mármol duro y eterno,
ni música ni pintura,
sino palabra en el tiempo.
ni música ni pintura,
sino palabra en el tiempo.
Estos versos de Antonio Machado conducen la figura y obra del poeta con paso certero y ávido de luz a lo largo de la noche de la historia, para devolvernos el poderoso eco de una conciencia necesaria hoy en día. Machado profetizó la heladora fractura entre una España nueva e ilustrada y su contrapeso anquilosado y oscurantista y, fue, finalmente, víctima como tantos cientos de miles de españoles y españolas de la sinrazón fascista. Si García Lorca encarna el exterminio a sangre fría con que los golpistas sembraron barrancos y cunetas desde el inicio del "levantamiento", y el nombre de Miguel Hernández es sinónimo del sufrimiento hacinado en aquella inmensa cárcel en que se convirtió España entera, Antonio Machado es el poeta del exilio, el poeta de la Retirada española al Sur de Francia, un movimiento masivo de personas desplazadas de guerra y represaliadas políticas que primero fue goteo y ya desde finales de 1938 prácticamente avalancha.
Antonio Machado pasó a Francia con la salud muy deteriorada ya, en enero de 1939. El 18 de julio de 1936 le pilló en Madrid, y su clara identificación con el legítimo Gobierno (había sido militante de la Acción Republicana de Azaña) se convirtió rápidamente en viva militancia en defensa de la República. Fue un poeta declaradamente "en guerra", que por edad y salud no podía ya estar en el frente y que sin embargo, quiso hacer e hizo de su pluma un fusil al servicio de la democracia y el antifascismo. De Madrid se evacuó (obligado, ya que él se resistía), hacia Valencia, y cuando las perspectivas de la victoria franquista eran cada vez más certeras, marchó con su más enferma aún madre, su hermano José y su cuñada, a la ruta que seguían tantas y tantas otras personas. Llegó al precioso pueblo de Collioure, en la Catalunya Nord, y se alojó en la pensión Casa Quintana -en una calle que hoy lleva el nombre del poeta-, aunque su estancia allí no llegó a un mes, y murió el 22 de febrero de 1939. A su entierro llegaron sólo dos coronas de difuntos, la del embajador español republicano en París y la del Centro Español de Perpiñán -un espacio ineludible para la historial social de la inmigración español, construido entre 1916 y 1920-. Machado pudo tener sepultura gracias al nicho que le cedió un autóctono, y fue en 1957 y por suscripción popular -en una campaña impulsada por Pau Casals- cuando se reunió el dinero suficiente para levantar una tumba en un lugar destacado del cementerio de Collioure, cuyo terreno cedió el ayuntamiento del momento.
Visitar hoy el precioso pueblo de Collioure y la sencilla pero rotunda tumba de Antonio Machado es palpar toda la dimensión del poeta: las numerosas muestras de cariño, admiración y recuerdo que se posan sobre la lápida, junto al buzón habilitado al lado de ésta y del que cada mes se retiran decenas de cartas, son el mejor ejemplo de cómo se ha hecho valer su palabra en el tiempo. Desandar los pasos desde Collioure hacia territorio español, dejar atrás la tumba de Machado, la Maternidad de Elna, el Centro Español de Perpiñán, los campos de concentración de Argelès o de Rivesaltes, hacer parada en el Museu de l'Exili de La Jonquera, supone volver a casa con más ganas que nunca de leer a Machado y de experimentar cómo de la profunda tristeza por la memoria robada de los hombres y mujeres que tuvieron que dejarlo todo, de la melancolía mazerada por lo que pudo ser y lo que finalmente fue, puede surgir algo remotamente parecido a la esperanza. Y es que, como apunta Emilio Lledó, en la poesía de Machado resuena la historia del país al que querríamos pertenecer. Porque la palabra útil en el tiempo es una mezcla de consuelo y rebeldía, o no es.
Antonio Machado pasó a Francia con la salud muy deteriorada ya, en enero de 1939. El 18 de julio de 1936 le pilló en Madrid, y su clara identificación con el legítimo Gobierno (había sido militante de la Acción Republicana de Azaña) se convirtió rápidamente en viva militancia en defensa de la República. Fue un poeta declaradamente "en guerra", que por edad y salud no podía ya estar en el frente y que sin embargo, quiso hacer e hizo de su pluma un fusil al servicio de la democracia y el antifascismo. De Madrid se evacuó (obligado, ya que él se resistía), hacia Valencia, y cuando las perspectivas de la victoria franquista eran cada vez más certeras, marchó con su más enferma aún madre, su hermano José y su cuñada, a la ruta que seguían tantas y tantas otras personas. Llegó al precioso pueblo de Collioure, en la Catalunya Nord, y se alojó en la pensión Casa Quintana -en una calle que hoy lleva el nombre del poeta-, aunque su estancia allí no llegó a un mes, y murió el 22 de febrero de 1939. A su entierro llegaron sólo dos coronas de difuntos, la del embajador español republicano en París y la del Centro Español de Perpiñán -un espacio ineludible para la historial social de la inmigración español, construido entre 1916 y 1920-. Machado pudo tener sepultura gracias al nicho que le cedió un autóctono, y fue en 1957 y por suscripción popular -en una campaña impulsada por Pau Casals- cuando se reunió el dinero suficiente para levantar una tumba en un lugar destacado del cementerio de Collioure, cuyo terreno cedió el ayuntamiento del momento.
Visitar hoy el precioso pueblo de Collioure y la sencilla pero rotunda tumba de Antonio Machado es palpar toda la dimensión del poeta: las numerosas muestras de cariño, admiración y recuerdo que se posan sobre la lápida, junto al buzón habilitado al lado de ésta y del que cada mes se retiran decenas de cartas, son el mejor ejemplo de cómo se ha hecho valer su palabra en el tiempo. Desandar los pasos desde Collioure hacia territorio español, dejar atrás la tumba de Machado, la Maternidad de Elna, el Centro Español de Perpiñán, los campos de concentración de Argelès o de Rivesaltes, hacer parada en el Museu de l'Exili de La Jonquera, supone volver a casa con más ganas que nunca de leer a Machado y de experimentar cómo de la profunda tristeza por la memoria robada de los hombres y mujeres que tuvieron que dejarlo todo, de la melancolía mazerada por lo que pudo ser y lo que finalmente fue, puede surgir algo remotamente parecido a la esperanza. Y es que, como apunta Emilio Lledó, en la poesía de Machado resuena la historia del país al que querríamos pertenecer. Porque la palabra útil en el tiempo es una mezcla de consuelo y rebeldía, o no es.
lunes, 13 de diciembre de 2010
El calentamiento global no espera
La temperatura media del planeta ya ha subido 0,8º centígrados respecto a los niveles preindustriales. En España, la cifra se eleva a 1,5º C. Y suma y sigue. Cualquiera con dos dedos de frente entendería que esto supone un problema de primera magnitud que nos exige dejar de mirar hacia otro lado y actuar. Mientras los gobiernos de más de 190 países han desplegado estos días sobre el tablero de Cancún un nuevo baile de sombras chinas al ritmo de intereses corporativos y desarrollistas, el mundo sigue consumiéndose y el calentamiento global no espera.
La cumbre de Copenhague ya supuso un fiasco y, un año después, vemos cómo los muchos cabos sueltos de aquel encuentro mundial no sólo no se han atado, sino que se prolongan en una huida hacia adelante verdaderamente alarmante: como denuncia Ecologistas en Acción, "no se establece 1,5ºC como aumento de temperatura máximo, se mantiene el riesgo de que no exista un segundo periodo de compromiso del Protocolo de Kioto, no se fijan unos compromisos de reducción de emisiones de los países industrializados en consonancia con la ciencia, no se evita que los mecanismos de financiación generen nueva deuda externa a través del pago de los intereses, se profundiza en la dilución de las responsabilidades comunes pero diferenciadas sobre el cambio climático, y se ofrece un cheque en blanco al aprobar un documento que incluye apartados que están por definir en un futuro". La firma de un acuerdo vinculante se ha pospuesto a una próxima cumbre en Sudáfrica en 2011, pero nada garantiza que así vaya a ser, visto el historial de estos foros internacionales que parece que siempre cumplen un objetivo inconfensable: no servir para nada.
Mientras, por suerte, hay quien sí se cree eso de pensar global y actuar local. Contra el pesimismo de la razón, hay otra cara de la moneda (aunque parezca que ésta siempre cae del lado de Copenhague y Cancún) que muestra el optimismo de la voluntad. En Rivas sabemos que el calentamiento global es un problema sobradamente contrastado científicamente, sobre el que -cada vez más- urgen hechos y respuestas, en lugar de debates. Por eso estamos ya avanzando hacia el horizonte de una ciudad con un nivel cero de emisiones de CO2 en el año 2030, dentro de un proyecto integral de ciudad que ha llamado la atención hasta de la Secretaria de Estado para el Cambio Climático del Gobierno español. Ahora sólo hace falta que tome nota.
La cumbre de Copenhague ya supuso un fiasco y, un año después, vemos cómo los muchos cabos sueltos de aquel encuentro mundial no sólo no se han atado, sino que se prolongan en una huida hacia adelante verdaderamente alarmante: como denuncia Ecologistas en Acción, "no se establece 1,5ºC como aumento de temperatura máximo, se mantiene el riesgo de que no exista un segundo periodo de compromiso del Protocolo de Kioto, no se fijan unos compromisos de reducción de emisiones de los países industrializados en consonancia con la ciencia, no se evita que los mecanismos de financiación generen nueva deuda externa a través del pago de los intereses, se profundiza en la dilución de las responsabilidades comunes pero diferenciadas sobre el cambio climático, y se ofrece un cheque en blanco al aprobar un documento que incluye apartados que están por definir en un futuro". La firma de un acuerdo vinculante se ha pospuesto a una próxima cumbre en Sudáfrica en 2011, pero nada garantiza que así vaya a ser, visto el historial de estos foros internacionales que parece que siempre cumplen un objetivo inconfensable: no servir para nada.
Mientras, por suerte, hay quien sí se cree eso de pensar global y actuar local. Contra el pesimismo de la razón, hay otra cara de la moneda (aunque parezca que ésta siempre cae del lado de Copenhague y Cancún) que muestra el optimismo de la voluntad. En Rivas sabemos que el calentamiento global es un problema sobradamente contrastado científicamente, sobre el que -cada vez más- urgen hechos y respuestas, en lugar de debates. Por eso estamos ya avanzando hacia el horizonte de una ciudad con un nivel cero de emisiones de CO2 en el año 2030, dentro de un proyecto integral de ciudad que ha llamado la atención hasta de la Secretaria de Estado para el Cambio Climático del Gobierno español. Ahora sólo hace falta que tome nota.
domingo, 12 de diciembre de 2010
Marx Madera, ¡esto es la guerra!
Nos quieren quitar el Marx. Una orden de desalojo amenaza con cerrar Marx Madera el próximo 14 de enero y, de llegar a ejecutarse, Madrid perderá uno de sus ya poquísimos rincones de pensamiento crítico y rebeldía. Situado en el número 9 de la calle Madera, el Marx es un verdadero oasis en una ciudad y una Comunidad autónoma cada vez más invivibles: sus paredes llevan muchos años conteniendo un punto de encuentro, un laboratorio, una incubadora, un semillero en el que las ovejas negras confluyen para resistir a la desidia y el pasotrismo, y convertir el descontento hacia un mundo que no nos gusta en ganas de transformarlo. Y todo ello desde la normalidad del contacto humano, desde la sencillez de hablar un idioma construido con más hechos que palabras, desde la amabilidad desinteresada.
Sé bien de qué hablo: hace poco más de seis años, un grupete de maricas rojeras decidimos emprender una aventura rara en el desierto activista madrileño y decidimos crear un colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de izquierdas, liberACCIÓN. Hicimos un llamamiento a los movimientos sociales de Madrid, convocándoles a hacer de la liberación sexual un eje de radicalidad política y a construir un espacio plural en el que nuestro inconformismo alternativo pusiese el acento en los derechos, libertades e igualdad de las minorías sexuales. Y echamos a andar en una asamblea celebrada el 20 de noviembre... en el Marx Madera. La cosa cuajó y, sin entrar ahora en análisis muy profundos ni en balances valorativos de cómo se acontecieron las cosas en liberACCIÓN después, lo cierto es que los más de tres años de vida del colectivo no hubieran existido probablemente sin el Marx Madera.
liberACCIÓN hoy ya no existe como grupo y, sin embargo, dejó una huella imborrable en quienes tuvimos la suerte de hacerla posible. Fue una experiencia importantísima en lo personal, en lo político, en lo militante.
A lo largo de los más de tres años en que existió, el Marx Madera simplemente siempre estuvo ahí. Era el sitio donde celebrábamos nuestras asambleas cada dos viernes, era el centro de operaciones para organizar nuestras pegadas de carteles por Chueca y Malasaña, era el lugar donde guardábamos carteles y materiales, fue incluso el punto de quedada para los preparativos de alguna mani del Orgullo, incluso fuera del horario de apertura (es decir, molestando a su buena gente para que nos abrieran un sábado a las cuatro de la tarde, por ejemplo).
Y nunca nos preguntaron quiénes éramos ni de dónde veníamos. Sencillamente, un día nos presentamos allí, les contamos lo que queríamos hacer y que necesitábamos un lugar para reunirnos, y todo fueron facilidades. Y es que el Marx no es sólo una sede de una agrupación del PCE y de una asamblea de IU; es la plasmación real y tangible de un valor hoy más necesario que nunca para la izquierda: la generosidad. La buena gente del Marx Madera (con la que, por lo que he podido vivir en asambleas y espacios internos de IU, en muchas ocasiones discrepo políticamente) está convencida de que la mejor y más segura forma de hacer valer tu diferencia es ver el matiz o la lucha de quien está a tu lado como un riqueza sincera y sana para la diversidad. La buena gente del Marx Madera sabe y nos enseña cada día que no hay libertad ni igualdad sin fraternidad, ni pluralidad sin confianza, respeto y apoyo.
Por eso no podemos permitir que los propietarios del local sucumban a la especulación y les echen el cierre. Porque si eso pasa, estaremos desahuciados y desahuciadas en un sentido mucho más profundo que el que pueda parecer a simple vista. Hay que hacer algo.
Sé bien de qué hablo: hace poco más de seis años, un grupete de maricas rojeras decidimos emprender una aventura rara en el desierto activista madrileño y decidimos crear un colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de izquierdas, liberACCIÓN. Hicimos un llamamiento a los movimientos sociales de Madrid, convocándoles a hacer de la liberación sexual un eje de radicalidad política y a construir un espacio plural en el que nuestro inconformismo alternativo pusiese el acento en los derechos, libertades e igualdad de las minorías sexuales. Y echamos a andar en una asamblea celebrada el 20 de noviembre... en el Marx Madera. La cosa cuajó y, sin entrar ahora en análisis muy profundos ni en balances valorativos de cómo se acontecieron las cosas en liberACCIÓN después, lo cierto es que los más de tres años de vida del colectivo no hubieran existido probablemente sin el Marx Madera.
liberACCIÓN hoy ya no existe como grupo y, sin embargo, dejó una huella imborrable en quienes tuvimos la suerte de hacerla posible. Fue una experiencia importantísima en lo personal, en lo político, en lo militante.
A lo largo de los más de tres años en que existió, el Marx Madera simplemente siempre estuvo ahí. Era el sitio donde celebrábamos nuestras asambleas cada dos viernes, era el centro de operaciones para organizar nuestras pegadas de carteles por Chueca y Malasaña, era el lugar donde guardábamos carteles y materiales, fue incluso el punto de quedada para los preparativos de alguna mani del Orgullo, incluso fuera del horario de apertura (es decir, molestando a su buena gente para que nos abrieran un sábado a las cuatro de la tarde, por ejemplo).
Y nunca nos preguntaron quiénes éramos ni de dónde veníamos. Sencillamente, un día nos presentamos allí, les contamos lo que queríamos hacer y que necesitábamos un lugar para reunirnos, y todo fueron facilidades. Y es que el Marx no es sólo una sede de una agrupación del PCE y de una asamblea de IU; es la plasmación real y tangible de un valor hoy más necesario que nunca para la izquierda: la generosidad. La buena gente del Marx Madera (con la que, por lo que he podido vivir en asambleas y espacios internos de IU, en muchas ocasiones discrepo políticamente) está convencida de que la mejor y más segura forma de hacer valer tu diferencia es ver el matiz o la lucha de quien está a tu lado como un riqueza sincera y sana para la diversidad. La buena gente del Marx Madera sabe y nos enseña cada día que no hay libertad ni igualdad sin fraternidad, ni pluralidad sin confianza, respeto y apoyo.
Por eso no podemos permitir que los propietarios del local sucumban a la especulación y les echen el cierre. Porque si eso pasa, estaremos desahuciados y desahuciadas en un sentido mucho más profundo que el que pueda parecer a simple vista. Hay que hacer algo.
jueves, 18 de febrero de 2010
Los instantes y la memoria
Tengo la inmensa suerte de haber sido admitido en un taller que, bajo el nombre 'Después de... El Instante de la Memoria', se celebra la semana que viene en el Museo Reina Sofía, y que me reunirá junto a otras catorce personas afortunadas, ante el propósito de reflexionar, elaborar, crear, debatir, dialogar y aprender, todo ello en torno a partir de la relación entre la narración de la memoria y la historia, y las redes entre identidad personal, familiar e imaginario colectivo, entre la represión, el trauma y la resistencia al olvido, explorando en documentos visuales, vivencias, recursos poéticos, etc.
El taller es una iniciativa encajada en todo un proyecto muy interesante impulsado por Virginia Villaplana, una artista y profesora universitaria valenciana, "El Instante de la Memoria", que se completa con una interesante novela documental, una exposición de fotografías en la que se proyecta un documental (en la galería Off Limits) y un ciclo de cinefórums en el Reina Sofía. Este proyecto centra su atención en la tragedia de las fosas comunes del Cementerio de Valencia, en las que, entre el final de la guerra civil y 1945, fueron enterradas miles de personas víctimas de la represión franquista. Virginia Villaplana reivindica su memoria con una fuerta carga poética y bebiendo de un amplio abanico de fuentes históricas y recursos artísticos, que van de la investigación y documentación a la captura de testimonios, etc. Este empeño tiene, además, un valor añadido que trasciende a la necesaria recuperación de la memoria democrática y antifascista: lo que Virginia Villplana hace, a través y a partir de sureivindicación, es empujarnos a reflexionar sobre la materia misma de la memoria, sobre lo traumático de los olvidos impuestos, sobre las difíciles fronteras entre la historia, su narración y su huella en nuestras identidades personales, familiares y culturales...
He pasado parte de esta tarde buceando en el archivo fotográfico familiar, a la caza y captura de imágenes para un primer ejercicio que haremos en el taller. Esta inmersión en un pasado muy mío pero que incluso me precede (anterior a mi nacimiento) ha sido un intenso viaje, extraño y a la vez muy cercano y propio, acaso un aperitivo de lo que viviré la semana que viene.
Seguiré informando.
El taller es una iniciativa encajada en todo un proyecto muy interesante impulsado por Virginia Villaplana, una artista y profesora universitaria valenciana, "El Instante de la Memoria", que se completa con una interesante novela documental, una exposición de fotografías en la que se proyecta un documental (en la galería Off Limits) y un ciclo de cinefórums en el Reina Sofía. Este proyecto centra su atención en la tragedia de las fosas comunes del Cementerio de Valencia, en las que, entre el final de la guerra civil y 1945, fueron enterradas miles de personas víctimas de la represión franquista. Virginia Villaplana reivindica su memoria con una fuerta carga poética y bebiendo de un amplio abanico de fuentes históricas y recursos artísticos, que van de la investigación y documentación a la captura de testimonios, etc. Este empeño tiene, además, un valor añadido que trasciende a la necesaria recuperación de la memoria democrática y antifascista: lo que Virginia Villplana hace, a través y a partir de sureivindicación, es empujarnos a reflexionar sobre la materia misma de la memoria, sobre lo traumático de los olvidos impuestos, sobre las difíciles fronteras entre la historia, su narración y su huella en nuestras identidades personales, familiares y culturales...
He pasado parte de esta tarde buceando en el archivo fotográfico familiar, a la caza y captura de imágenes para un primer ejercicio que haremos en el taller. Esta inmersión en un pasado muy mío pero que incluso me precede (anterior a mi nacimiento) ha sido un intenso viaje, extraño y a la vez muy cercano y propio, acaso un aperitivo de lo que viviré la semana que viene.
Seguiré informando.
jueves, 4 de febrero de 2010
Liquidez
Parece que la gente del PP le ha cogido el gusto a eso de llamar 'hijo de puta' al personal, ya que después de Esperanza Aguirre y su resbalón a micrófono abierto, un concejal del PP de Torrejón ha dedicado tal expresión al edil de IU en este municipio. No quería hablar de las menciones a la madre de nadie que hacen estos peperos, sino referirme precisamente al tema de fondo en el que se produjo el segundo insulto, la polémica que este último mes va bailando en los medios de comunicación sobre el empadronamiento de inmigrantes en situación irregular. Y es que sobre ello, y sin necesidad de emparentar a la madre de nadie con el oficio más antiguo del mundo, se han dicho muchas, muchas, muchas barbaridades. El Portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, soltó hace dos semanas la siguiente perla:
"Hay un grupo de inmigrantes que no deberían estar en España, y [lo de Vic] no es un problema de xenofobia, sino básicamente de liquidez".
Pues Hernando, lo siento, te equivocas. Lo que hay en España es una cantidad sobradísima de políticos que dicen tonterías: así de claro. He ahí el verdadero problema de liquidez.
"Hay un grupo de inmigrantes que no deberían estar en España, y [lo de Vic] no es un problema de xenofobia, sino básicamente de liquidez".
Pues Hernando, lo siento, te equivocas. Lo que hay en España es una cantidad sobradísima de políticos que dicen tonterías: así de claro. He ahí el verdadero problema de liquidez.
martes, 2 de febrero de 2010
Las cuotas de la Academia
Recibí la noticia de la elección de Soledad Puértolas como nueva académica de la lengua con alegría y sincera congratulación (qué cursi palabro ése), ya que me parece una muy notable escritora de la literatura española contemporánea. Me gusta especialmente su faceta de cuentista (que he seguido como lector más que la de novelista), un género narrativo que siempre parece "menor" a los ojos de crítica y público a pesar de tener tan importante tradición en habla hispana. A mi simpatía por el reconocimiento que este nombramiento significa para Puértolas, sumé la certeza de que, precisamente por cómo escribe, por la relación que en su literatura tiene con el lenguaje, por la inmensa humanidad y cercanía de sus historias, esta escritora será una académica capaz de hacer entrar en tan vetusta institución aire fresco. Y no lo voy a negar, porque no me da la gana: el hecho de que sea mujer también alimentá mi alegría ante la noticia. Y no porque ser mujer sea algo valioso en sí mismo, sino porque una institución que pretende dar forma y norma al reflejo que el habla del común de mortales proyecta, debe sumar a las mejores personas, las más capaces, independientemente de su sexo, y que el mosaico final sea además lo más representativo posible, desde esa capacitación, de la comunidad hablante.
Cada vez que una mujer entra en la Real Academia Española, las voces oficiales de esta entidad no tardan en subrayar que su elección se debe exclusivamente a sus cualidades y no a ninguna política en pro de la paridad porque, como ha asegurado Víctor García de la Concha, "elegir a alguien por cuotas no sería coherente". Perfecto. Esto de ponerse la venda antes de tener herida alguna es bastante elocuente de lo que en realidad hay detrás de afirmaciones como la de García de la Concha y de tradiciones como la de la Academia. Pensemos por un momento: ¿quiere decir García de la Concha que sólo hay cinco mujeres con méritos suficientes para estar sentadas en sus sillones? ¿Quiere decir, de verdad, que sus colegas masculinos -inmensa mayoría- no han sido jamás privilegiados en su vida, incluida su trayectoria como honrosísimos filólogos, lingüistas, escritores, periodistas, investigadores, etc., por el mero hecho de ser hombres y no mujeres? Evidentemente el género masculino en general no es culpable (no lo somos) del machismo acumulado por la historia, pero sí hemos de ser conscientes del mismo y corresponsables en el compromiso de superarlo. El hecho de que en la Academía sólo haya cinco mujeres es, quiera o no García de la Concha, ejemplo de esa discriminación estructural y de la connivencia de la propia institución, por acción y omisión, con ella.
Así pues, y aquí sí coincido con las fuentes académicas oficiales, saludo el ingreso de Puértolas en la RAE porque con ella "se reconoce sus méritos y el trabajo que ha realizado por encima de cuotas". En concreto, por encima de la cuota muy mayoritariamente (casi exclusivamente) masculina que ha aplicado la Academia a lo largo de su Historia.
Cada vez que una mujer entra en la Real Academia Española, las voces oficiales de esta entidad no tardan en subrayar que su elección se debe exclusivamente a sus cualidades y no a ninguna política en pro de la paridad porque, como ha asegurado Víctor García de la Concha, "elegir a alguien por cuotas no sería coherente". Perfecto. Esto de ponerse la venda antes de tener herida alguna es bastante elocuente de lo que en realidad hay detrás de afirmaciones como la de García de la Concha y de tradiciones como la de la Academia. Pensemos por un momento: ¿quiere decir García de la Concha que sólo hay cinco mujeres con méritos suficientes para estar sentadas en sus sillones? ¿Quiere decir, de verdad, que sus colegas masculinos -inmensa mayoría- no han sido jamás privilegiados en su vida, incluida su trayectoria como honrosísimos filólogos, lingüistas, escritores, periodistas, investigadores, etc., por el mero hecho de ser hombres y no mujeres? Evidentemente el género masculino en general no es culpable (no lo somos) del machismo acumulado por la historia, pero sí hemos de ser conscientes del mismo y corresponsables en el compromiso de superarlo. El hecho de que en la Academía sólo haya cinco mujeres es, quiera o no García de la Concha, ejemplo de esa discriminación estructural y de la connivencia de la propia institución, por acción y omisión, con ella.
Así pues, y aquí sí coincido con las fuentes académicas oficiales, saludo el ingreso de Puértolas en la RAE porque con ella "se reconoce sus méritos y el trabajo que ha realizado por encima de cuotas". En concreto, por encima de la cuota muy mayoritariamente (casi exclusivamente) masculina que ha aplicado la Academia a lo largo de su Historia.
domingo, 28 de junio de 2009
"Otro pudor" (relato)
Quise saber a qué te referías cuando proclamabas que no tenía vergüenza ni la había conocido. Me puse a prueba de tus juicios sobre mi supuesta falta de pudor. Qué narices sabrías tú, si no me conocías ni hacías el mínimo acercamiento más allá de tus prejuicios sobre la precariedad de los valores y el honor hoy en día. Y sin embargo, siempre encontré divertido tratar de rebelarme en secreto contra tu pacata visión de la vida.
Descubrí mi propio cuerpo a través de una compañera de clase en sexto de primaria, cuando en los recreos nos escondíamos en el baño de las chicas y, lejos aún de un definido deseo sexual, nos colmaba la sensación fronteriza de algo parecido a la libertad.
Algún año más tarde, observé, por la ventana del baño, cómo se duchaba un vecino en la casa de enfrente, mientras tú me metías prisa desde la cocina para que me sentara a la mesa.
Para cuando el primo Juan me pidió que le enseñara a besar con lengua, yo ya había roto algún corazón y ensayado más de un escote, y no te voy a hablar ahora, abuela, de mi primera vez, porque aunque acabes de morirte no creo que tengas el cuerpo para grandes turbulencias.
Sí puedo afirmar que en ninguna de esas tontas anécdotas que me han servido de aliadas en la aventura de crecer, y repito, en ninguna, llegué a sentirme verdaderamente transgresora. Jamás he estado a la altura de mis pretensiones desafiantes, ni he advertido que conquistase el terreno vedado por tu moral. Luego tampoco sé, exactamente, cuáles eran esas nociones del pudor y la decencia y el recato de las que yo escapaba según tu criterio. De alguna manera, mi desconcierto no deja de confirmar que estabas en lo cierto, abuela: no tengo vergüenza ni la he conocido.
Pero qué cosas pasan, yaya. A mis veinte años, al saberte vacía de vida, al chocar mis pensamientos contra esta mampara de cristal ante la que te vela toda la familia, me he sentido herida por una horrible obscenidad. Nada que ver con tus oxidados patrones morales. Hoy he sabido que, fuese cual fuese el pudor al que te referías, hay otro bien evidente: la necesaria dignidad que reclama nuestra memoria a quien se ha ido...
Y es que, tonta de mí, no puedo dejar de pensar: ¿pero quién te ha maquillado así, abuela? ¿Quién te ha dejado como una puta puerta? ¿Quién ha decidido exhibirte ya muerta con la caja abierta y un aspecto que no es el tuyo? ¿Quién eres tú y por qué quieres quedarte como la última imagen que vea de mi abuela?
Lo más escandaloso es que el resto de la familia parece decidida a no darse cuenta. Eso, y que no puedo dejar de mirar tu ataúd destapado buscando rastro de ti en esa cara. No tengo vergüenza ni la he conocido.
Qué absurdo que hayas tenido que morirte para que yo me dé cuenta del tiempo que he perdido midiéndome con algo tan volátil como el pudor.
Descubrí mi propio cuerpo a través de una compañera de clase en sexto de primaria, cuando en los recreos nos escondíamos en el baño de las chicas y, lejos aún de un definido deseo sexual, nos colmaba la sensación fronteriza de algo parecido a la libertad.
Algún año más tarde, observé, por la ventana del baño, cómo se duchaba un vecino en la casa de enfrente, mientras tú me metías prisa desde la cocina para que me sentara a la mesa.
Para cuando el primo Juan me pidió que le enseñara a besar con lengua, yo ya había roto algún corazón y ensayado más de un escote, y no te voy a hablar ahora, abuela, de mi primera vez, porque aunque acabes de morirte no creo que tengas el cuerpo para grandes turbulencias.
Sí puedo afirmar que en ninguna de esas tontas anécdotas que me han servido de aliadas en la aventura de crecer, y repito, en ninguna, llegué a sentirme verdaderamente transgresora. Jamás he estado a la altura de mis pretensiones desafiantes, ni he advertido que conquistase el terreno vedado por tu moral. Luego tampoco sé, exactamente, cuáles eran esas nociones del pudor y la decencia y el recato de las que yo escapaba según tu criterio. De alguna manera, mi desconcierto no deja de confirmar que estabas en lo cierto, abuela: no tengo vergüenza ni la he conocido.
Pero qué cosas pasan, yaya. A mis veinte años, al saberte vacía de vida, al chocar mis pensamientos contra esta mampara de cristal ante la que te vela toda la familia, me he sentido herida por una horrible obscenidad. Nada que ver con tus oxidados patrones morales. Hoy he sabido que, fuese cual fuese el pudor al que te referías, hay otro bien evidente: la necesaria dignidad que reclama nuestra memoria a quien se ha ido...
Y es que, tonta de mí, no puedo dejar de pensar: ¿pero quién te ha maquillado así, abuela? ¿Quién te ha dejado como una puta puerta? ¿Quién ha decidido exhibirte ya muerta con la caja abierta y un aspecto que no es el tuyo? ¿Quién eres tú y por qué quieres quedarte como la última imagen que vea de mi abuela?
Lo más escandaloso es que el resto de la familia parece decidida a no darse cuenta. Eso, y que no puedo dejar de mirar tu ataúd destapado buscando rastro de ti en esa cara. No tengo vergüenza ni la he conocido.
Qué absurdo que hayas tenido que morirte para que yo me dé cuenta del tiempo que he perdido midiéndome con algo tan volátil como el pudor.
miércoles, 6 de mayo de 2009
¿...Por todos, señora Aguirre, por todos...?
La Comunidad de Madrid sigue inmersa en una escandalosa crisis institucional con el polvo de la corrupción más que asomando bajo la alfombra del Gobierno regional. Al enterarme esta mañana de que el PP ha suspendido la militancia de López Viejo, Martín Vasco y Bosch, y al ver en las noticias del mediodía que el ex consejero de deportes del Gobierno Aguirre ha sido imputado por el caso Gürtel, no ha dejado de acompañarme en la retina este vídeo que recoge una intervención parlamentaria de Inés Sabanés en la que la portavoz parlamentaria de IU en Madrid le pregunta a la Presidentísima si mantiene eso de que pondría "la mano en el fuego" por todos y cada uno de quienes se habían visto salpicados por la trama corrupta. Hoy estamos hablando de más de un salpicón, y desde luego que la mandamás regional es quien ha provocado, con su actitud encubridora y de huida hacia adelante, que sea ella misma quien tiene más lamparones que el delantal de Caradecuero, el de La Matanza de Texas.
Esperanza Aguirre, en efecto, debe dimitir.
domingo, 25 de enero de 2009
Sesenta años
"Podrías hacerte un blog, papá, ahora que ya no trabajas, y tienes tiempo, con lo que te gusta hacer de tertuliano", le dije hace tiempo, y el tío -el padre, vamos, el mío- no sabía de qué le estaba hablando. Le ayudé a encontrar la caña, y él, aprendió a pescar, y a bucear, y a moverse como pez en el agua en la bloggocosa. Hoy, Rafa, el kalibeño de Rivas, y a la sazón, proveedor del 50% de mis genes, cumple sesenta años que le traen la ansiada jubilación oficialísima. Y aquí, servidor, una quinta parte de su prole, no puede evitar emocionarse al ver cómo aquella proposición indecente que le chivó Freia por un mensajito privado del facebook se ha hecho realidad: los amigos y amigas que mi progenitor tiene en la bloggosfera se han confabulado para desearle unos felices sesenta y una jubilación en paz y en red.
Felicidades, papá. Y felicidades, por supuesto, a esa santa que te aguanta hace ya varias décadas, que ha cumplido sesenta años también quince días ha, y que, qué voy a contarle a nadie, se ha ganado con creces compartir estos años dorados al sol de la Kabila terrenal junto al ya jubileta con todas las letras.
Felicidades, papá. Y felicidades, por supuesto, a esa santa que te aguanta hace ya varias décadas, que ha cumplido sesenta años también quince días ha, y que, qué voy a contarle a nadie, se ha ganado con creces compartir estos años dorados al sol de la Kabila terrenal junto al ya jubileta con todas las letras.
viernes, 2 de enero de 2009
Recuperando memoria poética: Gloria Fuertes
En la última quincena, una vez finalizadas unas largas obras en casa y montadas unas nuevas estanterías en mi habitación, he dedicado varias horas a sacar montones de libros de cajas y ubicarlos en su nuevo enclave. Ello me ha hecho reencontrarme con autores y obras que permanecían dormidas en mi memoria, y la casualidad ha querido que hoy, buscando información para una cosa del trabajo, me haya topado por internet con una escritora que tiene también su discreto (merecería mucho más) lugar en mi biblioteca, a la que debo por su obra infantil en muy buena medida mi afición a la literatura en general y a la poesía en particular, y que considero que ha sido históricamente infravalorada: Gloria Fuertes. Presentada habitualmente como una hacedora de ripios con que entretener a los chiquillos, pocas veces nadie se ha parado a pensar seriamente en la empatía que esos poemas despiertan en los niños y niñas, y en muchas menos ocasiones se ha atendido al conjunto de su obra, más allá de su meritoria literatura infantil.
El hecho de que, en el breve espacio de una semana, entre mi biblioteca y la Red, me haya topado fortuitamente con ella, me obliga de alguna manera a recomendaros vivamente que os acerquéis a su poesía y os dejéis engatusar por su sencilla rotundidad lírica, por su alto contenido social y por la calidad con que se acerca a las cosas que importan con pasos pequeños, discretos, casi inadvertidos. Os dejo aquí un poema suyo:
SÓLO SOY UNA MUJER
Soy sólo una mujer y ya es bastante,
con tener una chiva, una tartana
un “bendito sea Dios” por la mañana
y un mico en el pescante.
Yo quisiera haber sido delineante
o delirante. Safo sensitiva
y heme,
aquí
que soy una perdida
entre tanto mangante.
Lo digo para todo el que me lea,
quise ser capitán, sin arma alguna,
depositar mis versos en la luna
y un astronauta me pisó la idea.
De PAZ por esos mundos quise ser traficante
-me detuvieron por la carretera-
soy sólo una mujer, de cuerda entera,
soy sólo una mujer, y ya es bastante.
No dejéis de visitar, para conocerla mejor, la página web de la Fundación que lleva su nombre, y el espacio monográfico sobre la autora impulsado por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. En ambos sitios virtuales podéis consultar libros de ella y sobre ella. Por cierto, en estos días previos a la llegada de los Magos de Oriente, no está de más reivindicar su obra de teatro infantil con cierto toque feminista, 'Las tres reinas magas'.
Actualización a las 01:58 horas: He descubierto, colgado en la web, un interesantísimo estudio sobre la obra de Gloria Fuertes que, para quien quiera entrar más en materia, dejo enlazado aquí.
El hecho de que, en el breve espacio de una semana, entre mi biblioteca y la Red, me haya topado fortuitamente con ella, me obliga de alguna manera a recomendaros vivamente que os acerquéis a su poesía y os dejéis engatusar por su sencilla rotundidad lírica, por su alto contenido social y por la calidad con que se acerca a las cosas que importan con pasos pequeños, discretos, casi inadvertidos. Os dejo aquí un poema suyo:
SÓLO SOY UNA MUJER
Soy sólo una mujer y ya es bastante,
con tener una chiva, una tartana
un “bendito sea Dios” por la mañana
y un mico en el pescante.
Yo quisiera haber sido delineante
o delirante. Safo sensitiva
y heme,
aquí
que soy una perdida
entre tanto mangante.
Lo digo para todo el que me lea,
quise ser capitán, sin arma alguna,
depositar mis versos en la luna
y un astronauta me pisó la idea.
De PAZ por esos mundos quise ser traficante
-me detuvieron por la carretera-
soy sólo una mujer, de cuerda entera,
soy sólo una mujer, y ya es bastante.
No dejéis de visitar, para conocerla mejor, la página web de la Fundación que lleva su nombre, y el espacio monográfico sobre la autora impulsado por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. En ambos sitios virtuales podéis consultar libros de ella y sobre ella. Por cierto, en estos días previos a la llegada de los Magos de Oriente, no está de más reivindicar su obra de teatro infantil con cierto toque feminista, 'Las tres reinas magas'.
Actualización a las 01:58 horas: He descubierto, colgado en la web, un interesantísimo estudio sobre la obra de Gloria Fuertes que, para quien quiera entrar más en materia, dejo enlazado aquí.
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